La cultura japonesa tiene un especial trato por las frutas, a las que puede llegar a considerar elementos de lujo, por lo que se ha desarrollado toda una industria de productos cultivados con estándares perfectos para satisfacer el gusto más exigente.
(Agraria.pe) Para los japoneses las frutas tienen un valor especial como regalos, y, en ocasiones, pueden costar más que un bien de lujo.
De hecho, el año pasado, una pareja de melones originarios de la región de Yubari, en el norte del país, fue vendida a través de una subasta en US$ 27.000. En julio de ese mismo año, un racimo de uvas japonesas del tipo Ruby Roman – rojas y cada una del tamaño de una pelota de ping pong- fue comprado por US$ 11.000.
¿Por qué se pagan estos precios exorbitantes por ciertas frutas? Una primera respuesta aproximada sería la tradición japonesa de ofrecer regalos como agradecimiento, a lo que se suma las habilidades de los agricultores y el rigor con que cultivan estos frutos para que luzcan casi como joyas.
“Los vegetales los necesitas todos los días. Pero puedes vivir sin comer frutas”, refiere Ushio Oshima, uno de los propietarios de la tienda Sembikiya, especializada en la venta de frutas de lujo en Tokio.
“Y en Japón nos especializamos en dar regalos, regalos con frutas”, añade Oshima, en cuya tienda, que luce como una joyería boutique, se encuentran ejemplares que pueden alcanzar los US$ 13.000.
Hashiri
Desde luego, justificar esos precios no es fácil. Requiere un trabajo de los agricultores extremadamente perfeccionista. Para ellos, el primer fruto de la temporada es ansiosamente esperado después de un cuidadoso cultivo, y por eso tiene un nombre específico: hashiri. Las frutas por las que se pagan fortunas son todas hashiris.
Yubari es la región de la isla de Hokkaido, en el norte de Japón, que se ha hecho famosa en el último medio siglo por sus melones y su forma casi espartana de cultivarlos.
“Cada año hay una nueva cepa de semillas. Y cuando comienzan a crecer los primeros frutos, que están en un ambiente controlado, se revisan para descartar cuáles están creciendo de forma defectuosa”, explica Masaomi Susuki, uno de los principales agricultores de la zona.
A esto se agrega que los melones se plantan en una tierra rica en ceniza volcánica y acondicionada mediante un estricto sistema de riego que observa hasta la pureza del agua. Susuki añade que a diferencia de los cultivos comunes, en este caso solo permiten que crezca un fruto por planta, y todos están ubicados a la misma altura.
Son famosas entre los japoneses las fotos de los melones cubiertos con una especie de sombrero de lona para que crezcan con una redondez perfecta. “Esto los hace crecer de forma sostenida con la cantidad perfecta de sol y de sombra y el suministro de azúcar”, cuenta Susuki.
Este arte ahora es dominado por menos de 150 cultivadores en Japón y representa, según los reportes de Yubari, el 97% de ingresos de esta pequeña localidad.
Finalmente, en mayo aparecen los tan esperados hashiris, con un sabor que los especialistas definen entre dulce y picante. Para su venta, los ejemplares se ofrecen en parejas y se colocan en subastas. El año pasado, Yokimaru Konoshi compró un par por US$ 27.000.
Otras frutas que rompen récords son las uvas Ruby Roman, por un racimo de la cual se pagó US$ 11.000 en mayo del 2016.
Los frutos que no se venden en las subastas van a las tiendas de lujo, donde no alcanzan los precios de las subastas, aunque siguen siendo elevados. Aquí, el empaque juega un rol fundamental.
“En Japón, la tradición ha establecido dos temporadas de regalos: una en verano y otra en invierno. Pero no se limita a las familias, es también un gesto de agradecimiento con los jefes o socios de negocios”, explicó el propietario de Sembiyika.
La tradición es ofrecer un paquete adornado pero sin ostentaciones, que permita que las frutas luzcan bien y resulten apetecibles.
Así que si alguna vez viaja a Japón, no se asuste si le resulta más fácil comprar un carro usado que un par de bananos: es la tradición.
Fuente: bbc.com
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